Asociación para la Solidaridad

Los voluntarios dan testimonio en Granada

Miguel Pérez, Granada

Un fin de semana para hacer un viaje por los campos de misión de Asociación para la Solidaridad sin moverse de la silla. Los voluntarios que estuvieron el verano pasado en los campos han dado testimonio este fin de semana en el Encuentro de Voluntarios que ha tenido lugar en el Santuario del Perpetuo Socorro de Granada.

Tras una oración en la que a los voluntarios se les dejó «un mensaje en una botella» que provocó momentos de emoción y de buenos recuerdos vividos en lugares lejanos, comenzaron los testimonios con Loreto y Fidel (Sevilla), que estuvieron en Perú el pasado verano. Como decía Fidel, se quedaron con el recuerdo de los caseríos de Otuzco, «donde no hay apenas comida ni luz ni agua, pero hay una alegría que se te queda en el corazón». Y contaron momentos concretos para ilustrar su experiencia. «Visitamos a una niña protestante que tenía unos 15 años. Al entrar en una habitación en la que casi no cabíamos, vimos que la niña, Anita, miraba al techo. Era ciega y no se podía mover por una parálisis. La oímos decir: ‘Estos deben ser gringos, porque hablan rarito’. Al salir me dí cuenta de que muchas veces no se trata de encontrar una solución práctica: a veces basta con estar ahí», contaba Loreto.

A Loreto y Fidel les siguieron Dolo (Granada) y Nieves (Olivares), que estuvieron el verano pasado en San Pedro Sula (Honduras). «Cuando íbamos llegando a Honduras, había una tormenta eléctrica. El avión tuvo que esperar para poder aterrizar y nos quedamos sin gasolina, así que tuvimos que ir a repostar a El Salvador», contaba Nieves. Las voluntarias aparecieron vestidas de catrachas -la vestimenta propia de la región- y narraron cómo en los periódicos hondureños sale cada dos días un mapa en el que se retrata la violencia por calles y barrios, mostrando uno de los mapas. También hablaron del proyecto del vaso de leche: Martes y jueves a las cinco de la mañana se reparten en el bordo del Santísimo Redentor -un bordo es un asentamiento en la ladera de un río- vasos de leche para los niños. «Sorprende que, cuando se acaba la leche, los niños se van sin protestar», explicaba Dolo. Relataron su ascenso con un grupo de jóvenes por la cordillera de El Merendón hacia La Coronilla por caminos casi imposibles, y hablaron de sus percepciones. «En San Pedro Sula hemos encontrado una Iglesia viva que lucha por la felicidad de su gente», concluía Nieves.

También en Honduras estuvo el redentorista salmantino Carlos Sánchez, desde hace unos meses en la comunidad redentorista de Granada. «Parece que todos los males se hayan cebado con Honduras. Y las previsiones dicen que irá a peor», contaba. Habló de su experiencia en La Lima, y trató el tema de las sectas -«Las sectas son el mayor signo de subdesarrollo de países como Honduras»- o de los cambios políticos que han hecho que instituciones antes intocables como Cáritas ahora se sientan amenazadas.

Cerraron el día Bea y Noelia (Sevilla), que estuvieron el verano pasado visitando los proyectos de la asociación en San Pedro Sula, El Salvador, Nicaragua y Trojes (Honduras). Hablaron de la peligrosidad de un país como El Salvador -«Si en Perú valorábamos tener luz y agua, en El Salvador valoré poder salir a la calle a dar un paseo», decía Noelia-, en el que les dieron recomendaciones como «no salir después de las ocho», no montarse en el autobús», no llevar el móvil a la vista» o «llevar siempre dinero encima por si te roban». También mostraron la complejidad de una zona como Trojes, en Honduras. «En Trojes los niños tienen que andar dos horas para poder llegar al colegio», decía Bea. Y también comprobaron la buena marcha de proyectos como la cooperativa Comixtol, un grupo de agricultores con cafetales que ya han pedido el certificado de Comercio Justo para ayudar a la venta de sus productos. La tarde terminó con la mesa redonda de José Luis, en la que se habló de pastoral social y de la acción local de AS.

La mañana del domingo fue para la reflexión. Jose Manuel López y Alfonso Lora (Sevilla), los más jóvenes de los voluntarios presentes en el encuentro y que estuvieron en Perú el verano de 2011, plantearon la pregunta más complicada: ¿Qué hace el voluntario cuando vuelve a su vida anterior a ir a la misión? ¿En qué cambia su actitud ante el mundo cuando ha regresado a la rutina diaria?. Lora daba su visión personal: «Lo vivido lo recuerdas siempre como si fuera ayer. Aunque haya pasado más de un año, no puedes olvidarlo». Esta reflexión la apoyó Carmen Castro (Granada), que recordó que «ser voluntario a veces es algo tan simple como ser la voz de los sin voz». Tras las charlas, los asistentes se reunieron en dos grupos para mirar hacia el curso que comienza y dar ideas sobre lo que esperan de AS y cómo se podría mejorar su trabajo.

El fin de semana terminó con una celebración de la Eucaristía con la comunidad del Santuario, con una barbacoa festiva, la carpeta llena de ideas y proyectos para el curso que acaba de comenzar y con la vista puesta ya en la próxima campaña de Navidad.

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